miércoles, 3 de enero de 2018

Y un nuevo ciclo comienza...


"Cuando el pescador no puede salir de pesca, permanece en su hogar,  reparando sus redes"
Así reza un antiguo consejo proveniente de la cultura egipcia. 
Así comienza para mí, y para muchos, creo yo, este nuevo año 2018. 
Las cosas están siempre en movimiento. las cosas y las personas. He visitado a mis amistades, renovado mi guardarropa, tomado algún helado en solitario y caminado lento en una ciudad acelerada y atestada de gente. Es pronto para mí. es pronto para salir al mar. 
Y mientras yo me dedico a mis reparaciones internas, la sociedad en que vivimos no da tregua a sus propios récords: personas rayando el metro y dejándose grabar y odiar por los pasajeros; Youtubers ingresando en el bosque del suicidio en japón para fotografiarse junto a un cadáver; un ex presidente, bien conocido por sus niveles de frialdad social y temas bancarios reelecto por un electorado temeroso de aquello que desconoce. (Una duda es mucho más poderosa que una verdad) Una campaña de terror bien elaborada con argumentos sencillos y tajantes. 
La tecnología nos ha traído unos disgustos con surtidos sabores y colores. Algunos de ellos incluso con olor. El olor a decadencia de una sociedad que en algunos puntos está ya podrida. No se trata de una manzana sino de millares de ellas. La desinformación de medios masivos, la prostitución ideológica, que suele ser más cruenta que las de otros tipos. la retroalimentación de la falsedad para lograr fuerza social y aprobación  de masas; los inventos de la pseudo ciencia en pro de lucro; mientras la verdadera ciencia combate enfermedades incurables y se desenvuelve en el silencio y el anonimato de laboratorios maltrechos y faltos de recursos. 
Esa es mi sociedad... La que todos construimos con nuestro actuar diario. la que se mueve como una marejada que retrocede y avanza, salvo que esta marejada no es impulsada por fuerzas naturales sino por el interés de unos pocos, que dirigen y re dirigen las directrices de las leyes y del orden. 
Y la ciudadanía, inmersa en la tecnología, consume a diario todo lo que le quieren inculcar. como un obediente hijo que traga todas sus pastillas antidepresivas, sin tener depresión, para que sus padres vivan más tranquilos sin el peso de sus travesuras y su inquietud innata. (heredada de ellos, por cierto) La causa y el efecto, mezclados en un constante vaivén que, muy de vez en cuando, invierte los roles. 
Y las personas no miran al titiritero. Ni siquiera miran las cuerdas, sólo ven a los títeres danzando, entreteniendo y declamando sus planteamientos. 
Es más fácil tener una conciencia dormida e inerte que reflexiva y defensiva. Es más fácil digerir contenido que buscar las fuentes, comparar, pensar, hilvanar ideas propias...y en base a esas ideas seguir construyendo un lugar mejor para vivir. Para las masas, para los tuyos y para los míos. 
Y acá estoy, con las manos en la cintura, observando el mar...porque aún no puedo salir a pescar. 
Pero cuando salga, de seguro no será para estacionarme en la orilla, sino para llegar tan lejos como pueda, según el favor del viento y de mi porfía.